A principios del siglo XXI, las poblaciones de lince ibérico se encontraban en su mínimo histórico, con menos de 100 ejemplares en solo dos poblaciones, Sierra Morena y Doñana. Los porgramas de conservación desarrollados durante la última década a logrado revertir esta situación, logrando triplicar tanto el número de linces presentes (mas de 300) como su área de distribución. Esta recuperación ha favorecido la presencia de la especie en nuevos y sorprendentes hábitats, como el olivar. La presencia del lince en el olivar ha venido favorecida por el aumento de las poblaciones de conejo (principal alimento de la especie) en estas áreas. No todos los olivares con conejo son capaces de albergar linces. Los olivares más intensivos, sin ningún tipo de vegetación no pueden albergar linces, sin embargo una mínima cobertura de matorral, menos del 1%, hace posible la presencia y reproducción de la especie. El manejo sostenible del olivar puede ayudar en la recuperación de esta especie en peligro crítico de extinción.